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Fenomenología – Encarnación

Si fuésemos el espíritu absoluto, la reducción no sería problemática. Pero por estar en el mundo, porque incluso nuestras reflexiones se ubican en el flujo temporal que intentan captar […] no hay ningún pensamiento que abarque todo nuestro pensamiento“. (Merleau-Ponty, 1985: 14) Por esta razón, la “reducción fenomenológica” no constituye una filosofía idealista sino existencial.

Es Merleau Ponty quien insiste -apoyado en siempre en Husserl y también en Goldstein, filosofía y psiquiatría respectivamente- en no aceptar una separación definitiva entre lo somático y lo psíquico o, dicho de otra forma, en buscar una integración armoniosa entre lo psíquico y lo fisiológico. Para ello entonces planteará una tercera dimensión en la que incorpora la conciencia que será una forma de introducir también la corporalidad. El cuerpo, su motricidad, participa de manera directa en captar el mundo, dotarlo de sentido (Espinal Pérez, 2011).

En la fenomenología de la percepción lo que Merleau Ponty llama como “cuerpo fenomenal” tiene la cualidad de encarnar precisamente la conciencia, recogiendo el sentido de la experiencia. Cuerpo propio, cuerpo vivido, volver a las cosas mismas y describir la experiencia tal como es: “[aprender] de nuevo a sentir nuestro cuerpo, [reencontrar] bajo el saber objetivo y distante del cuerpo este otro saber que del mismo tenemos, porque está siempre con nosotros y porque somos cuerpo” (Merleau Ponty 1945, pag. 239). El cuerpo es potencialmente un cierto espectáculo y es también un cierto montaje, tenemos conciencia del mundo a través del cuerpo y es a través del mundo que tengo conciencia de mi cuerpo, formando un sistema práctico. Un cuerpo vivido entonces que propone un sentido propiamente fenomenológico y no científico (García, 2018).

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